«Eso es trabajo de mujeres, hazlo tú»: Mi hijo de siete años se negó a recoger sus juguetes. Mi paciencia y deseo de ser la esposa perfecta desaparecieron
María se sentó al borde de su cama, mirando el desorden en la habitación de su hijo. Los juguetes estaban esparcidos por todas partes, y su hijo de siete años, Pablo, estaba sentado en medio de todo, jugando con sus figuras de acción. Le había pedido que recogiera varias veces, pero su respuesta siempre era la misma: «Eso es trabajo de mujeres, hazlo tú.»
La paciencia de María se estaba agotando. Había crecido en un hogar donde su madre, Victoria, y su abuela, Carmen, eran el epítome de las amas de casa perfectas. La casa siempre estaba impecable, las comidas se preparaban a tiempo y todo funcionaba como un reloj. María siempre había sentido la presión de estar a la altura de sus estándares.
Su marido, Javier, tampoco ayudaba. Trabajaba largas horas y esperaba que María se encargara de todo en casa. Creía que, como él era el sostén de la familia, era trabajo de María gestionar el hogar. María había intentado hablar con él sobre compartir responsabilidades, pero él desestimaba sus preocupaciones, diciendo que su madre siempre se había arreglado bien.
María se sentía atrapada. Quería ser la esposa y madre perfecta, pero estaba agotada. Trabajaba a tiempo parcial para contribuir al presupuesto del hogar, pero nunca parecía ser suficiente. La constante presión para mantener todo en orden estaba afectando su salud mental.
Una noche, después de otra discusión con Pablo sobre recoger sus juguetes, María se derrumbó en lágrimas. Se sentía como un fracaso. No podía cumplir con las expectativas que su familia y la sociedad habían puesto sobre ella. Sentía que se estaba ahogando en un mar de responsabilidades sin salida.
Esa noche, Victoria llamó para ver cómo estaba María. Al notar que algo andaba mal, le preguntó qué le preocupaba. María dudó pero finalmente abrió su corazón. Le contó a su madre sobre la negativa de Pablo a ayudar y la falta de apoyo de Javier.
Victoria escuchó en silencio antes de ofrecerle un consejo. «María, necesitas establecer límites. No es solo tu responsabilidad mantener la casa en orden. Pablo necesita aprender que todos en la familia tienen un papel que desempeñar, y Javier debe entender que no puedes hacerlo todo sola.»
María sabía que su madre tenía razón, pero implementar esos cambios parecía desalentador. Al día siguiente, se sentó con Pablo y le explicó que todos en la familia necesitaban ayudar en la casa. Pablo hizo un puchero pero aceptó a regañadientes recoger sus juguetes.
Cuando Javier llegó a casa esa noche, María intentó hablar con él nuevamente sobre compartir las responsabilidades del hogar. Pero Javier la desestimó una vez más, diciendo que estaba demasiado cansado del trabajo y que ella debería poder manejarlo.
María sintió una punzada de desesperación. Se dio cuenta de que no importaba cuánto intentara cambiar las cosas, no podía hacerlo sola. El peso de ser la esposa y madre perfecta era demasiado para una sola persona.
A medida que los días se convertían en semanas, la frustración de María crecía. Seguía luchando por mantener la casa en orden mientras gestionaba su trabajo a tiempo parcial y cuidaba de Pablo. La falta de apoyo de Javier solo empeoraba las cosas.
Una noche, después de otro día agotador, María se sentó en la mesa de la cocina y escribió una carta a Javier. Vertió sus sentimientos, explicando lo abrumada que se sentía y cuánto necesitaba su apoyo. Dejó la carta en su almohada y se fue a la cama.
A la mañana siguiente, Javier leyó la carta pero no dijo nada. Siguió con su día como de costumbre, dejando a María sintiéndose aún más aislada e ignorada.
María sabía que no podía seguir así para siempre. Amaba a su familia, pero no podía seguir sacrificando su bienestar por el bien de ser la esposa y madre perfecta. Necesitaba un cambio, pero no sabía por dónde empezar.
Mientras miraba una vez más el desorden en la habitación de Pablo, María se dio cuenta de que a veces ser imperfecta estaba bien. No tenía todas las respuestas, pero sabía que necesitaba encontrar una manera de cuidarse también.