«El Hijo Recibió una Casa como Regalo de Boda – Ahora Quiere Añadir a su Esposa en la Escritura: Ni Hablar. Ella Puede Mudarse, Pero Debe Pagar su Parte de la Hipoteca»

Cuando Juan y Marta se casaron, pensaron que lo tenían todo resuelto. Los padres de Juan les habían regalado generosamente una casa como presente de bodas. La pareja había estado viviendo en la casa durante varios meses antes de su boda, preparándola para su nueva vida juntos. Sin embargo, después de la boda, las cosas tomaron un giro inesperado.

La casa estaba oficialmente a nombre de Juan, y su madre, Carmen, había estado muy involucrada en el proceso. Carmen siempre había sido un poco controladora, pero Juan nunca pensó que se convertiría en un problema. Después de todo, solo estaba tratando de ayudar, ¿verdad?

Los problemas comenzaron cuando Marta sugirió que su nombre fuera añadido a la escritura. Ella sentía que era lo justo ya que estaban casados y ella estaba contribuyendo a los gastos del hogar. Juan estuvo de acuerdo, pero cuando se lo mencionó a su madre, Carmen fue tajante.

«Ni hablar,» dijo Carmen firmemente. «Esta casa está a tu nombre, Juan. Si Marta quiere vivir aquí, puede hacerlo, pero necesita pagar su parte de la hipoteca.»

Juan se quedó atónito. «Pero mamá, ahora estamos casados. Es nuestra casa.»

Carmen negó con la cabeza. «Es tu casa, Juan. No quiero complicaciones si las cosas no funcionan entre vosotros.»

Marta estaba herida y frustrada. No podía entender por qué Carmen estaba siendo tan difícil. «Juan, esto no es justo. Se supone que somos un equipo.»

Juan intentó razonar con su madre, pero Carmen no cedía. «Solo estoy cuidando de ti, Juan. Nunca sabes lo que puede pasar.»

La tensión entre Marta y Carmen empeoraba con cada día que pasaba. Marta se sentía como una extraña en su propio hogar. Intentó hablar con Juan sobre ello, pero él estaba atrapado en el medio y no sabía qué hacer.

«Marta, entiendo cómo te sientes, pero mi madre solo está tratando de protegerme,» dijo Juan una noche.

«¿Protegerte de qué? ¿De mí?» La voz de Marta temblaba con emoción. «Se supone que estamos construyendo una vida juntos, pero parece que ni siquiera soy bienvenida aquí.»

Juan suspiró. «Sé que es difícil, pero tal vez podamos encontrar un compromiso.»

Marta negó con la cabeza. «No debería haber un compromiso cuando se trata de nuestro hogar.»

A medida que las semanas se convertían en meses, la situación solo empeoraba. Marta se sentía cada vez más aislada y no bienvenida en la casa que se suponía era su hogar. Empezó a pasar más tiempo en casa de sus padres, buscando consuelo y apoyo.

Una noche, después de otra acalorada discusión con Carmen, Marta hizo las maletas y se fue. No podía soportarlo más. Amaba a Juan, pero no podía vivir en un lugar donde se sentía como una intrusa.

Juan estaba devastado. Intentó hablar con su madre nuevamente, pero Carmen seguía siendo terca. «Ella volverá,» dijo Carmen despectivamente.

Pero Marta no volvió. Solicitó la separación, incapaz de ver un futuro donde pudiera coexistir con la presencia dominante de Carmen.

Juan estaba desconsolado. Se dio cuenta demasiado tarde de que la interferencia de su madre le había costado su matrimonio. La casa que se suponía era un símbolo de su nueva vida juntos se había convertido en un campo de batalla.

Al final, Juan se quedó solo en la casa que estaba destinada para ambos. No podía evitar preguntarse qué podría haber sido si las cosas hubieran sido diferentes.