«Tu Amante Llamó y Me Dijo que Te Dejara Ir: Acaban de Cumplir Cincuenta»
Emma estaba sentada en la mesa de la cocina, tamborileando con los dedos sobre la superficie de madera. La llamada telefónica que acababa de recibir resonaba en su mente. Era una joven, Aaliyah, quien había llamado con una súplica desesperada.
«Nos amamos. ¡Por favor, déjalo ir!» La voz de Aaliyah temblaba de emoción.
Emma había respondido con calma, «La cosa es, jovencita, que no he encadenado a mi marido al radiador ni lo he encerrado en el sótano. Así que lucha por tu amor. Que tengas un buen día.» Luego colgó el teléfono, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.
Emma y Eugenio llevaban casados treinta años. Se habían conocido en la universidad y habían construido una vida juntos, criando a dos hijos y superando los altibajos de la vida. Pero últimamente, las cosas habían cambiado. Eugenio se había vuelto distante, pasando más tiempo en el trabajo y menos en casa. Emma había sospechado que algo andaba mal, pero nunca imaginó que llegaría a esto.
Mientras estaba allí sentada, perdida en sus pensamientos, la puerta principal se abrió y Eugenio entró. Parecía cansado y abatido, con los hombros caídos.
«Hola,» dijo suavemente, evitando su mirada.
«Hola,» respondió Emma con voz firme. «Necesitamos hablar.»
Eugenio suspiró y se sentó frente a ella. «Lo sé,» dijo. «Sé que tenemos que hacerlo.»
Emma respiró hondo. «Hoy recibí una llamada,» comenzó. «De Aaliyah.»
Los ojos de Eugenio se abrieron de sorpresa. «¿Te llamó?»
«Sí,» dijo Emma. «Me dijo que ustedes dos se aman y me pidió que te dejara ir.»
Eugenio se pasó una mano por el cabello, luciendo derrotado. «Lo siento, Emma,» dijo. «Nunca quise que llegara a esto.»
«¿Cuánto tiempo lleva esto?» preguntó Emma, con la voz temblorosa.
«Un año,» admitió Eugenio. «No quería que pasara. Simplemente sucedió.»
Emma sintió una oleada de ira y traición inundarla. «¿Un año?» repitió. «¿Me has estado mintiendo durante un año?»
Eugenio asintió, con lágrimas acumulándose en sus ojos. «Lo siento mucho,» dijo. «Nunca quise hacerte daño.»
Emma se levantó, con las manos temblorosas. «Necesito tiempo para pensar,» dijo. «No puedo hacer esto ahora.»
Eugenio asintió, comprendiendo. «Tómate todo el tiempo que necesites,» dijo suavemente.
Emma salió de la cocina y se dirigió al salón, con la mente acelerada. No podía creer que esto estuviera sucediendo. Siempre había pensado que tenían un matrimonio fuerte, pero ahora sentía que todo se estaba desmoronando.
Durante los días siguientes, Emma intentó procesar lo que había sucedido. Habló con amigos y familiares, buscando consejo y apoyo. Algunos le dijeron que luchara por su matrimonio, mientras que otros le dijeron que dejara a Eugenio y comenzara de nuevo.
Al final, Emma decidió que no podía quedarse con alguien que la había traicionado tan profundamente. Solicitó el divorcio y comenzó el proceso de reconstruir su vida.
Eugenio se mudó de su hogar a un apartamento al otro lado de la ciudad. Continuó su relación con Aaliyah, pero no pasó mucho tiempo antes de que las cosas también comenzaran a desmoronarse entre ellos. La culpa y la vergüenza de lo que había hecho pesaban mucho sobre él, y le resultaba difícil seguir adelante.
Emma se centró en sí misma y en sus hijos, encontrando fuerza en su amor y apoyo. Sabía que tomaría tiempo sanar, pero estaba decidida a salir más fuerte del otro lado.
Al final, no hubo ganadores en esta historia. Eugenio perdió a su familia y su matrimonio, mientras que Emma quedó recogiendo los pedazos de su corazón roto. Pero a través de todo esto, aprendió que era más fuerte de lo que jamás había sabido y que a veces la única manera de encontrar la felicidad es dejar ir lo que ya no te sirve.